Cuando los adictos tocamos fondo y decidimos ponernos en recuperación entramos en una fase que conlleva un gran esfuerzo por nuestra parte, un reto personal para nosotros mismos y para las personas que nos quieren.
Hay quien tiene la idea que recuperarse consiste en dejar de beber, de fumar porros o de esnifar cocaína, por ejemplo, sin embargo, la abstinencia es insuficiente, pues además debemos cambiar las actitudes, los comportamientos, el estilo de vida y variar el entorno que justifica nuestro consumo, pues de otra manera, si no cambiamos nosotros y lo que nos rodea, si persistimos en comportarnos de la misma forma, tarde más o tarde menos, estaremos acercándonos a la recaída.
Quien afirme que una recaída forma parte de un proceso de recuperación está equivocado. Cuando ocurren recaídas dentro del proceso es o bien porque el programa de recuperación no es el adecuado o bien porque los pacientes no seguimos las pautas que nos corresponden en cada momento de nuestra recuperación. Para aprender a vivir sin consumir es necesario, por tanto, dos circunstancias: que el método que se siga sea el correcto y que el paciente esté comprometido con él.
El modelo que ofrecemos utiliza el método cognitivo-conductual basado en el modelo Minessota, originado en los Estados Unidos en los años cuarenta.
Es un método libre de drogas que pretende alcanzar dos metas a largo plazo: La completa abstinencia del alcohol y otras drogas y una vida de calidad con salud física y emocional. El método consta de cuatro fases: Desintoxicación, Deshabituación, Rehabilitación y Reinserción.