Lógicamente, tener un adicto en la familia afectará a todo el núcleo, pero existe un término que va más allá, y es el de “coadicción” (también conocido como codependencia).
Según la definición de la autora Melody Beattie:
“Una persona codependiente es aquella que ha permitido que la conducta de otra persona le afecte, y que está obsesionada con controlar la conducta de esa persona”
Por tanto, la coadicción es un trastorno que desarrolla el familiar o amigo cercano al adicto, donde existe una dependencia emocional hacia esa persona, convirtiéndose en adicta al adicto.
Es muy común que se dé de padres hacia hijos y viceversa, pero también suele darse con bastante frecuencia en el ámbito de la pareja, o gente cercana con la que tiene mucha relación.
Este trastorno consiste principalmente en que la persona coadicta trata de que la persona adicta cumpla con sus obligaciones, llegando en muchas ocasiones a hacerlas por ellas. Va creciendo en paralelo con la adicción de la otra persona, pasando primero por una fase de negación de que esa persona consume para luego pasar por la fase de querer ayudarlo por todos los medios, sin llegar a ser consciente de que sin ayuda profesional para el tratamiento de adicciones, es muy difícil, prácticamente imposible.
Esta conducta lleva a la persona coadicta a creer que sin su ayuda, su familiar, pareja, amigo, etc. no va a salir de la adicción, pasando por una fase de sufrimiento al no responder la persona adicta como se esperaba, creando esto mayor dependencia psicológica con el adicto.
La coadicción genera, aparte de sufrimiento y malestar, obsesión, falta de límites, falta de autoestima, deseo y sentimiento de responsabilidad de cambiar a la otra persona, impotencia, sensación de fracaso…
Lo primero que habría que conseguir, es que el entorno acepte la existencia de la enfermedad, ya que pueden tender a normalizar la conducta del adicto, quitándole importancia, cosa contraproducente para la recuperación del adicto, ya que le impiden asumir la responsabilidad de sus acciones.
Claro está que el tratamiento para el adicto será mucho más llevadero con el apoyo y la ayuda de la familia, pero superar los límites reales de la ayuda que se le puede brindar, no es positivo para ninguna de las partes.
Recordamos que la mejor manera de ayudar a un adicto es buscando ayuda profesional, como centros de desintoxicación y psicólogos, tanto para el adicto como para el familiar, puesto que el consumo de drogas y alcohol no es una deficiencia moral, es una enfermedad que debe ser tratada con responsabilidad.